Las Mujeres en el Imperio Otomano

Las Mujeres en el Imperio Otomano

Lejos de las visiones nada favorables de la mujer en la civilización islámica. En el Imperio Otomano, estas poseían una serie de privilegios impensables que diferían de Europa Occidental. Teniendo como ejemplo a las distintas Valides Sultanas y Guardianas de la familia imperial.

Las mujeres otomanas disfrutaban de tener una mayor autonomía para administrar y utilizar su propio dinero, el cual no podía ser controlado por su esposo como era costumbre en Europa. Para los momentos previos al matrimonio, el marido debía conceder una suma a la novia y esta podía disponer libremente como deseara. Esto podía suceder particularmente en la Republica de Venecia. El repudio por aquellos años en el mundo musulmán, no era considerado un acto escandaloso, había casos donde la mujer podía sobornar a su marido para que la repudiara y en un plazo de varios meses hasta casarse nuevamente, era mantenida por regla general. Incluso las concubinas de los Sultanes, mientras estuvieran conservadas o habiendo acumulado cierta riqueza podían conseguir un buen partido para quienes querían vincularse en el palacio imperial.

En el caso de las clases mas bajas, las mujeres estaban obligadas a trabajar en conjunto a su familia por su precaria situación económica. El salario de un artesano raramente podía asumir los gastos de una familia completa. Las mujeres de la clase media tenían mejores oportunidades, teniendo a la disposición el comercio, alquilamiento y la compra o venta. Uno de los negocios mas rentables era la reventa de esclavos, los hacían adiestrase en distintos trabajos que podían elevar el valor del esclavo, obteniendo ganancias sustanciales. A menudo los varones retrasaban el pago de las dotes correspondientes cuando sus esposas una vez enriquecidas, convencían a sus maridos para que las repudiara, incluso renunciando a una parte de la dote de la cual eran acreedoras como al mantenimiento que debían sufragar por ley, antes de volver a casarse.

En el Harén encontramos a las tías, hermanas e hijas del Sultán que tenían cierto estatus social. Se dedicaban a labores variadas como secretarias, maestras, criadas, medicas, etc. Solían tener familia fuera del Harén y disfrutaban el poder contactar a los máximos detentores del poder sin intermediarios. Si a los cuatro años, cuatro meses y cuatro días las mujeres comenzaban a aprender los fundamentos de la escritura y, por tanto, del Corán, la transición a la edad adulta, que en los hombres se producía tras la circuncisión, llegaba con el matrimonio. Estando en la vejez y perdiendo la capacidad para procrear, se convertían en guardia y protectoras de la familia. La madre del sultán, es decir la valide, era por tanto la guardiana de la dinastía. Immanuel Kat en su libro “Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime, 1764” se teorizo que el ideal de la mujer era de mujer hermosa y a la vez idiota, se afirmaba que cuando usaban su inteligencia perdían belleza.

Cosa obviamente sin base empírica, las mujeres del harén debían competir entre ella en distintas artes y quienes habitaban allí corrían riesgo de perder su vida con el paso de los días, además que las ganadoras de estos sucesivos juegos de tronos pocas veces perdían el favor de su Sultán como es el caso de Hürrem. Como dato adicional para terminar. En 1930 las mujeres alcanzaron el voto en la republica de Turquía para las elecciones locales, y para el 34 las generales.


Fuentes:

«Breve Historia del Imperio Otomano» Eladi Romero e Iván Romero.

Hilo de Twitter: https://twitter.com/Ottoman2004/status/1325152467869454336?s=19

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