Batalla de Préveza

 


En el invierno de 1537, el Papa Pablo III había iniciado conversaciones con las potencias cristianas del mediterráneo para establecer una Santa Liga, con el objetivo de tomar Estambul y detener las incursiones corsarias que asolaban aguas católicas. Era un momento crucial para el Sur de Europa, y en primavera de 1538 iniciaron las maniobras para reunir las naves de la Santa Liga. Mientras sucedían los preparativos cristianos, Barbarroja había comenzado su campaña del terror contra Venecia. Los cronistas otomanos se regocijaron por sus éxitos: «Al empezar este año los venecianos poseían veinticinco islas, cada una con uno, dos o tres castillos, todos los cuales han sido tomados; doce de las islas han pagado tributo y las trece restantes han sido saqueadas». Venecia tenia una larga cadena de pequeños e islas con sus bastiones e iglesias bien organizados, pero Barbarroja saqueo todos y cada uno de los dominios venecianos en el Egeo, masacrando por completo a sus guarniciones y recogiendo esclavos para manejar los remos de sus galeras, dejando atrás desolado el panorama de los antiguos territorios de Venecia. La atención de los otomanos cambio drásticamente cuando obtuvieron noticias de los esfuerzos cristianos para unir una flota considerable, cambiando su rumbo al norte cuando estaba saqueando el sur de Creta. En tanto el ejercito en Albania penetraba por tierra, la flota se implicó rápidamente, capturando una serie de fuertes en Dalmacia para asegurar un sostén desde allí. Tres meses tuvieron que esperar las galeras papales y venecianas en Corfú para la llegada de Doria, pese a ser el comandante supremo, no dio prisa. Al llegar, los intereses de los miembros de la Liga se hicieron patente. La desconfianza histórica entre Génova y Venecia impedía que Doria se fiara del todo de su nuevo “amigo”, también el retraso para reunirse en Corfú puede que estaba influido por Carlos v, quien no le incumbía los problemas venecianos en el Egeo, su frontera se hallaba en Sicilia y debía defenderla de las incursiones corsarias. Ni el mismo Papa podía resolver los problemas de la alianza con su optimismo, por ello se atrasaban las planificaciones para el golpe decisivo. Pasaba el tiempo, Doria no se atrevía a mover ninguna pieza, a pesar de tener los números a su favor. En Corfú había 139 galeras pesadas y 70 veleros contra 90 galeras y 50 galeotas ligeras otomanos (los números varían: 134 galeras, 72 naos gruesas de combate, 250 navíos menores contra 85 galeras, 30 galeotas, 35 fustas y bergantines), más una fuerza de desembarco de 16.000 soldados. Informado de los números cristianos, Barbarroja se ocultó en una ensenada de Grecia Occidental, concretamente en el golfo de Arta. El almirante esperaba en esa bahía, formando una barrera de cañones. Durante tres semanas la flota cristiana bloqueo Préveza, sin embargo, no conseguían ningún redito y los planes de Doria se hacían imposibles de cumplir para los oficiales. La temporada avanzaba mas y el tiempo se le acababa, debiendo marcharse al islote de Sessola para estar más protegido. 


¡Error terrible! Barbarroja inspeccionaba cuidadosamente los movimientos enemigos, en sus manos tenia la oportunidad de oro para salir de su guarida. Al amanecer de ese mismo 27 o 28 de septiembre, salieron las galeras otomanas desplegadas en forma de media luna; la izquierda mandada por Salac; el centro mandado por Barbarroja y la derecha capitaneada por Tabac, habiendo una vanguardia de 16 fustas bajo el mando de Turgut. Uno de los galeones mejor artillados fue presa fácil de los otomanos por estar separado del resto de la escuadra cristiana. El flanco derecho fue fácilmente superado por la vanguardia de Barbarroja, buscaba introducirse entre los buques cristianos y la orilla del islote al que se dirigían. Francisco Dora y Alejandro Bondomier se hallaban separados del resto de la flota, aquella mezcla de barcos estaba mal organizada y dispersada, aun así, los venecianos estaban ansiosos por entrar al combate. Para entonces el genovés dio ordenes de maniobrar y poner rumbo, a todo remo, hacia tierra para no quedar atrapado en el fuego cruzado otomano. Venecia había traído una galeaza fuertemente armado, resistió enjambres de galeras durante un día entero. En tanto Venecia seguía luchando, Doria con su escuadra se alejaba del combate, dedicándose a cañonear desde la distancia a los otomanos. Fue un ataque veloz por parte de Barbarroja, aislando a los principales buques, capturando y hundiendo en el transcurso a diferentes embarcaciones enemigas. «Se arrancó la barba y huyó, y todas las galeras más pequeñas le siguieron» Así describieron los cronistas otomanos la retirada de Doria a la noche después de la batalla. Barbarroja obtuvo una victoria celebre, retornando triunfante a Estambul. «Batallas tan maravillosas como las que se lucharon entre la mañana y la puesta de sol de ese día nunca antes se habían visto en el mar», escribió posteriormente el cronista Kâtip Çelebi. Al recibir las noticias de la victoria, Solimán ordenó que se hiciera un adelanto de cien mil monedas a los oficiales y realizar proclamas en todo el Imperio. En si, la batalla fue menor por el tamaño del conflicto, ambas flotas no colisionaron al completo. No obstante, el daño estaba hecho para los cristianos. El golpe psicológico fue demasiado fuerte, pese a solo perder 12 o 13 barcos. Gran parte del peso de la batalla lo soporto Venecia y acusaban a Doria por cobardía. Esta batalla y posteriormente el desastre de Gelves entre el 6 de mayo y 31 de julio, dejó el camino libre al Imperio Otomano para su expansión por el Mediterráneo.

 


Fuentes:.

Breve Historia del Imperio Otomano - Eladi Romero e Iván Romero

 

Imperios del Mar – Roger Crowley.

Solimán el Magnifico (1520-66) – Arre Caballo.

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